Rigoletto es la segunda obra de Verdi, después de Ernani, basada en un texto de Victor Hugo, primera de las óperas que forman la trilogía popular, con Il Trovatore y La Traviata, sin dejar de ser una ópera muy italiana , es al mismo tiempo un avance enorme hacia el drama musical que en Verdi alcanzará su máxima expresión con Don Carlo, Aida y por supuesto Otello.
Rigoletto es un ser deforme y ridículo, pero lleno de amor, aunque sobre todo es un personaje atormentado interiormente y si bien, como espectadores, le perdonemos debido a su sentimiento protector de padre que nos lo hace ver tan humano, él mismo nunca se perdonará, nunca olvidará sus feroces burlas hacia Monterone y Ceprano que terminan en la maldición que le perseguirá hasta el final.
En Rigoletto se encuentran los tres temas recurrentes del universo verdiano en todo su esplendor, el poder, el destino y el amor en una continua narración muy dinámica sobre todo a través de constantes dúos, como decía el propio Verdi, que consiguen dibujar perfectamente la personalidad de todos los personajes profundizando en las relaciones de unos con otros, sus conflictos y sus sentimientos opuestos.
Es la primera ópera con un nuevo estilo realista y romántico a la vez donde la orquesta, no sólo acompaña, sino que alcanza en importancia dramática al canto en escena, sin perjudicar su belleza melódica, sino enriqueciéndola en un discurso de formas no tan cerradas como en el pasado.
Vamos con un poco de historia, en abril de 1850 Giuseppe Verdi firmó un contrato con el Teatro La Fenice de Venecia para llevar a escena una nueva ópera que debería ser representada entre carnaval y cuaresma de 1851.
El libreto correrá a cargo de Francesco María Piave, quien ya había escrito para Verdi, Ernani, I Due Foscari, Macbeth, Il Corsaro, Stiffelio y que posteriormente escribiría La Traviata, Simone Boccanegra y La Forza del Destino.
El argumento estaba por decidir, de hecho se pensó en la obra de Dumas “Kean” o «Desorden y genio» de 1836, o el siempre recurrente Rey Lear de Shakespeare.
“Le Roi s’amuse è il più gran soggetto e forse il più gran dramma dei tempi moderni. Tribolet è creazione degna di Shakespeare!!”
(El Rey se divierte es el mejor tema y quizá el mejor drama de este tiempo, Tribolet es un personaje digno de Shakespeare!)
Carta de Verdi a Piave
Mientras trabajaba en Stiffelio para el Teatro de Trieste, Verdi escribe a Piave proponiéndole la idea de “Le Roi s’amuse” de Victor Hugo, la obra que había causado tanto escándalo en Europa tras su estreno en 1832, única representación permitida hasta 1882, en Paris, ya que mostraba al rey, Francisco I, como un libertino cínico y sin escrúpulos.
Verdi sabía que la censura, muy férrea en la época, le daría no pocos problemas, así que solicitó al libretista que intentara de cualquier modo que la ópera fuese aprobada. A finales de 1850 el Gobernador Militar veneciano prohibió tajantemente la representación, tuviera cambios o no, de Le Roi s’amuse por resultar inmoral y obscena.
Al final, después de un gran trabajo de paciencia y diplomacia, se llegó a un acuerdo con el censor, la acción se debería trasladar de la corte francesa a un ducado independiente, se respetarían los personajes originales pero cambiando el nombre, se debería omitir la escena de la llave, donde se da a entender que el rey viola a Blanche, y el Rey, en este caso el Duque, debería ser llevado con engaños a la taberna de Maguelonne.
Así pues, Francisco I se transforma en el Duque de Mantua, alusión clara al famoso mecenas de Monteverdi y Tiziano, Vincenzo Gonzaga, de innumerables vicios y pocas virtudes, aunque no podía aparecer el nombre, Triboulet se cambia por Rigoletto, Blanche por Gilda, el asesino Saltabadil será Sparafucile, su hermana Maguelonne, Maddalena y así con todos los personajes.
El título de la ópera ya no será La Maledizione, como había sugerido Verdi, sino que tomará el nombre del bufón protagonista Rigoletto.
Hablemos ahora de los protagonistas, el personaje principal, por su presencia en escena y por su complejidad psicológica y dramática es Rigoletto.
El papel requiere de un actor extraordinariamente convincente que tiene que resultar creíble en un sinfín de diferentes emociones dramáticas, desde el bufón que se mofa de todos, pasando por un padre protector y cariñoso o un ser capaz del homicidio por venganza hasta el pobre viejo ultrajado por un destino absurdo.
En una sola escena, que empieza con el famoso “Lará, lará…” Rigoletto debe recorrer de la sabia mano de Verdi diferentes estados de ánimo que terminan en el de la venganza “Si… vendetta, tremenda vendetta”. Comienza con la sospecha en la cantinela inicial, pasa a la ira “Cortigiani, vil razza dannata”, al lamento “Ebben io piango” a la propia humillación delante de toda la corte “Miei signori, perdono, pietate“, hasta llegar a la resignada consolación de la hija «Pîangi, fanciulla», es admirable como Verdi dibuja perfectamente cada color necesario en este subseguirse de emociones dramáticas.
La escritura está hecha para un gran barítono que, al contrario de muchas de sus óperas, Verdi lo suele alejar de melodías virtuosas, tan sólo cuando canta con Gilda, a cambio le hace recorrer, a través de los pensamientos del propio personaje, todos los colores posibles del canto declamado, este papel será el paradigma de barítono verdiano.
Entre los inmorales cortesanos aparece Il Duca, es el primer y único tenor representando un carácter totalmente negativo en todo el teatro verdiano, despótico, frívolo y sumamente egoísta satisface al instante cualquier deseo usando sus astucias.
El papel no podría estar más distanciado del de Rigoletto, frente a la extrema complejidad del bufón, el duque es absolutamente lineal, empieza cantando “Questa o quella” y termina la ópera con “La donna è mobile”, absolutamente monocromático.
A lo largo de la ópera se disfraza con un único objetivo, la satisfacción de sus bajos instintos, como Duque con la condesa de Ceprano, como estudiante con Gilda y como oficial de caballería con Maddalena.
Verdi, aunque le regala melodías de un hermoso lirismo, no lo disculpa, ni lo esconde, sino todo lo contrario, lo muestra siempre así, con sentimientos falsos y lujuriosos, Utilizando siempre el disfraz musical adecuado, incluso cuando parece cerca de un arrepentimiento, con el rapto de Gilda en el segundo acto, “Ella mi fu rapita”, es sólo un espejismo, pronto vuelve enseguida a ser el libertino de siempre.
El duque es sobre todo un papel de cantante, un tenor elegante con bella voz en las melodías de los diferentes cantables que definen su juventud y frivolidad.
Gilda es realmente el único personaje de la ópera que tiene una enorme evolución psicológica, pasando de ser la inocente niña del ingenuo “Caro nome” del primer acto a esa terrible madurez dramática del tercero, a la que llega después de conocer la humillación amorosa, alejada de las alas protectoras del padre.
No era así el amor que ella esperaba encontrar, consciente de haber sido raptada, de haber acabado en el dormitorio del duque y traumatizada por esos sentimientos encontrados canta “Tutte le sere al tempio”, ya no es una cándida niña sino una mujer madura que va a elegir el sacrificio propio por un amor no correspondido.
Verdi subraya este cambio haciendo pasar a Gilda de la soprano lirico-ligera del primer acto a una soprano puramente lírica del final.
Las mujeres de la ópera, tanto la prostituta Maddalena como la ingenua y cándida Gilda, son las que a través de la pasión, en el caso de la primera, y del amor, en el caso de la hija de Rigoletto, salvan al libertino Duca, incluso el pequeño papel de Giovanna favorece al duque.
Vayamos con un breve argumento, Rigoletto es el bufón jorobado de la corte del Duque de Mantua, quien se dedica a seducir y abusar de cualquier mujer que le plazca sin importar más que su satisfacción lujuriosa, aunque eso implique raptos o asesinatos. Rigoletto junto a todos los cortesanos es cómplice y participe de estas fechorías.
Monterone, padre de una hija ultrajada, maldice a todos durante una fiesta. Rigoletto quedará obsesionado por esa maldición y su sentimiento de culpa.
El bufón tiene una hija secretamente escondida y protegida de la corte, Gilda. Al llegar a conocimiento de los cortesanos, raptan a la infeliz muchacha con la propia colaboración inocente del jorobado, acabando deshonrada en la habitación del duque.
Rigoletto, al darse cuenta de lo sucedido planea su venganza, contratando los servicios del asesino Sparafucile para acabar con la vida del libertino.
Pero Gilda ama al duque y no dudará en sacrificarse intercambiando su vida por la de él.
Rigoletto, ante el cadáver de su hija, ve cumplida la maldición de Monterone.
Personajes
DUCA Duque de Mantua Tenor
RIGOLETTO Bufón del Duque Barítono
GILDA Hija de Rigoletto Soprano
GIOVANNA Doncella de Gilda Mezzosoprano
SPARAFUCILE Sicario Bajo
MADDALENA Hermana de Sparafucile Mezzosoprano
MONTERONE Conde Mantuano Bajo
CEPRANO Noble Mantuano Bajo
MARULLO Cortesano Barítono
BORSA Cortesano Barítono
Os dejo la ópera completa gentileza de Cinema Andrea’s Llacza
Rigoletto: Ingvar Wixell
Gilda: Edita Gruberova
Duca di Mantova: Luciano Pavarotti
Maddalena: Victoria Vergara
Sparafucile: Ferruccio Furlanetto
Wiener Philarmoniker
Wiener Staatsopernchor
Director Riccardo Chailly
Estreno
Los mayores problemas en la elección del elenco del estreno recaen sobre la soprano en el personaje de Gilda, Verdi habría elegido a Teresa De Giuli, la protagonista de La Battaglia di Legnano. Pero el teatro desestimó su propuesta, la Fenice ofrece a Sanchiolini, quien iba a cantar Luisa Miller esa misma temporada pero el maestro, al final, se decidió por Teresina Brambilla, hermana de la famosa contralto Marietta.
El papel protagonista fue para el barítono Felice Varesi, que ya había creado para Verdi el Macbeth, Il Duca sería interpretado por un joven tenor con poca experiencia, Raffaele Mirate el reparto se completó con el bajo profundo Feliciano Ponz como Sparafucile y la contralto Anneta Casaloni en el papel de Maddalena.
Cuando Verdi llegó a Venecia el 19 de Febrero de 1851, los ensayos ya habían comenzado, aún quedaba por terminar de escribir el dúo final, tres semanas después, la tarde del 11 de marzo 1851 fue el estreno en el Teatro La Fenice de Venecia, resultando un gran éxito de público, la crítica, en cambio, no estuvo muy de acuerdo a la hora de juzgar la nueva ópera, para unos fue la peor de Verdi hasta la fecha (The Times) o una sorprendente novedad (La Gazzetta di Venezia).
Y tenía razón la Gazzetta, Rigoletto supuso una revolución en la obra verdiana, no sólo por entregar el protagonismo a un ser deforme y marginal sino que en los aspectos formales de la música hay una ruptura clara con el pasado.
Aunque los elementos de la composición podríamos considerarlos tradicionales, realmente están escritos en un modo nuevo y emocionante, esas formas cerradas parecen disolverse en la trama, con recitativos apenas reconocibles como tales.
Encontramos aspectos musicales y dramáticos en Rigoletto que inevitablemente nos recuerdan a otra obra maestra, el Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozat.
Se forma una pareja similar, con papeles de patrón-siervo, Don Giovanni-Leporello y Duca di Mantova-Rigoletto, aunque el protagonista de la ópera cambie, en Verdi será el siervo y en Mozart el patrón.
En el papel del seductor notamos una enorme diferencia entre ambos, el duque es joven, bello, fatuo, con tendencia a enamorarse, sus víctimas caen rendidas por esa belleza seductora “Somiglia un Apolo” (Parece un Apolo) dice Maddalena.
En cambio Don Giovanni es una fuerza arrasadora que va más allá de lo simplemente físico, no se involucra sentimentalmente en ningún momento, seduce con el poder de la palabra como una irresistible atracción sobrehumana.
Queda claro que Mozart nos describe un universo elevado, un orden ético sobrenatural que viene sacudido por la aparición del gran libertino, que en el arco de tiempo que la ópera representa, fracasa en todas sus conquistas y acaba arrastrado al infierno.
Verdi y Hugo, en cambio, proponen un orden mundano, injusto, regido por el duque, quien tiene éxito en cada una de sus aventuras, es una visión mucho más real, más rastrera de la sociedad, donde el poder, la juventud o la belleza siempre triunfan, donde no se perdona, sino que se castiga, la fealdad o el amor no correspondido.
Veamos musicalmente algunos guiños de Giuseppe Verdi al Don Giovanni mozartiano.
La serie de diversas danzas en el primer cuadro, interrumpidas por la aparición de un padre deshonrado, Monterone-Commendatore, que brama por justicia moral. Aunque en Mozart realmente forman una superposición de danzas, no una después de otra.
La forma de conquista del duque a través de melodías sabiamente travestidas para cada ocasión como el minueto con la condesa di Ceprano a la cancioncilla banal con Maddalena, a quien, cual Zerlina, le ofrece matrimonio para cumplir sus deseos.
Hay un parecido en Rigoletto que va más allá del argumento o de la curiosidad, y es el perfecto dibujo dramático de los personajes, con esta ópera Verdi se acerca, como nunca antes, a la maestría teatral de Mozart, sobre todo en el famoso cuarteto del último acto.
Ese cuarteto es una obra maestra de la composición, que juega con el equilibrio dramático y musical de los personajes, cada uno de ellos con su propia personalidad pero al mismo tiempo relacionándose increíblemente con los demás.
Musicalmente se pueden distinguir en la pieza dos partes muy diferenciadas, en la primera al ritmo de danza, se subraya la seducción entre il Duca y Maddalena dejando a Gilda y a Rigoletto intervenciones muy reducidas.
La segunda parte, el verdadero cuarteto, comienza con “Bella figlia dell’amore” que canta Il Duca, una melodía apasionada y voluptuosa que define al libertino, la respuesta de Maddalena es con rápidas notas en staccato como si fuera una risa divertida.
Pero fuera de la cantina se encuentra el drama, la desesperación de Gilda la muestra en una melodía descendente interrumpida por breves silencios a modo de sollozos y el pobre Rigoletto insiste en una línea tosca que muestra sus deseos decididos de venganza.
Ya hablamos de la censura sufrida por Verdi y Hugo al tratarse de una obra que denuncia al poder establecido de una manera cruel y sin tapujos.
Personalmente considero que esa censura fue, en el fondo, muy positiva ya que empujó a Verdi a tener que buscar a través de la música y no sólo de la palabra todo lo que no se podía decir, y vaya si lo consiguió, es la orquesta, diría por primera vez en Verdi, la que colorea cada situación dramática llevando muchas veces el protagonismo y haciéndonos realmente “sentir“ cada situación dramática… ante eso no hay censor que valga.
Después del estreno surgieron toda una serie de modificaciones para poder representarse en los teatros, que fueron desde las más inocentes de cambios en el título, Viscardello se llamó en Roma y Bolonia, Chiara di Perth o Lionello en Nápoles, hasta cambios más profundos como la desaparición de la joroba del protagonista o la resurrección de Gilda en el final.
Otra curiosidad fue sin duda la petición de Verdi al tenor protagonista de no cantar durante los ensayos, ni fuera del teatro la melodía de “La donna è mobile” a sabiendas de lo pegadiza que resultaría y perdiéndose el efecto de una primera audición en el estreno.
De hecho se cuenta que el día posterior al estreno todos los gondoleros venecianos la entonaban sin cesar.
Os dejo el libreto traducido, clic aquí.
Si queréis ver la partitura completa para canto y piano haced clic aquí.
Comments 5
dónde puedo comprar los videos completos?
Author
Últimamente no os pongo recomendaciones
Este es un DVD con Kraus y Nucci
Uno más actual de Nucci, Beczala y Mosuc
Author
Como CD de audio Gobbi con Callas y Di Stefano
y el de Bastianini Scotto y Kraus
Una grande opera un gran baritono e il piu grande TENORE DI TUTTI I TEMPI.
Es una opera magnifica y muestra los abusos de la nobleza y sus cortesanos en una interpetacion maravillosa