Giuseppina Strepponi y La Traviata de Giuseppe Verdi

Strepponi y Traviata

 

En la composición y el argumento de la ópera La Traviata está muy presente y no se puede obviar, la vida privada de Verdi en aquel momento. El amor de su vida, Peppina.

Giuseppina Strepponi, Peppina, fue una soprano italiana que formaría parte de la vida de Verdi ya desde su primera ópera “Oberto” en la que iba a crear el papel de Leonora, pero sería con las primeras representaciones de Nabucco, en 1842, donde estrenaría el papel de Abigaille, cuando empezaría su relación sentimental, con un Verdi que recientemente se había quedado viudo de su primera mujer, Margherita Barezzi.

Strepponi y Traviata

Retrato de Giuseppina Strepponi

Aunque en esa época la cantante tenía numerosos problemas vocales que llevarían a su retiro de los escenarios en 1846, con apenas treinta años, la explicación para ese temprano deterioro vocal no es otra que su complicada vida privada.

Giuseppina Strepponi nace en 1815, el hecho que marcaría su juventud y probablemente el resto de su vida, fue la prematura muerte de su padre, Feliciano, organista y compositor de ópera, en 1832, como primogénita de cinco hijos y con 17 años recaerá sobre ella la responsabilidad de mantener a su familia, por aquel entonces Peppina estaba estudiando en el Conservatorio de Milán donde, gracias a sus buenas aptitudes, obtuvo una beca para continuar gratuitamente hasta su finalización en 1834, lanzándose ese mismo año a la carrera de cantante.

La necesidad de sustentar a su familia, su juventud y su belleza fueron excelente caldo de cultivo para sumergir a la Strepponi en una agitada vida sentimental, si hacemos caso a los rumores de la época, algunos de ellos contrastados, fue amante de Donizetti, supuestamente también de Bellini, de Merelli, empresario de la Scala, del tenor Moriani, de otro empresario, Alessandro Lanari, de su agente Cirelli, también se barajan algunos nombres de la nobleza italiana, en fin… lo que sí se conocen son al menos tres hijos ilegítimos, Camillo nacido en 1838, Giuseppa Faustina en el 39 y Adelina en el 41, y posiblemente hubo un cuarto, todos ellos abandonados, como era costumbre en las madres solteras de la época para no condenarse al aislamiento social que sólo podría llevar a la prostitución y la miseria.

Strepponi y Traviata

Ronald Pickup y‎ Carla Fracci,‎ como Verdi y Strepponi en la serie TV

Con semenjante estrés emocional y forzada a cantar continuamente para sustentar a su familia, no es extraño que su voz se resintiera tan pronto. Desde su retiro de los escenarios que coincidió con el principio de su relación sentimental con Verdi, la vida social de Giuseppina pasó a ser irreprochable. En 1846 cuando finaliza su carrera de cantante, marcha a París donde monta una academia de canto, se supone que fue entonces, antes de su partida, la declaración formal de Giuseppe Verdi, desconocemos, como pasa con la vida privada del maestro muchos detalles sobre la relación.

Peppina y Giuseppe se unieron en una asociación sea sentimental, sea artística, como demuestran algunos escritos, Verdi encontró en la Strepponi a una compañera y una excelente colaboradora, capaz de asesorarle en su trabajo, con una personalidad decidida y un fuerte sentido práctico. En 1849 Verdi la llevó a vivir con él a Busseto, el hecho de que vivieran juntos sin estar casados no fue bien visto y dio lugar a muchas críticas de los vecinos de Busseto, empezando por Barezzi, padre de su viuda, al que Verdi responde en una carta bastante dura fechada el 21 de enero 1852.

«En mi casa vive una mujer libre, independiente, amante como yo de la vida solitaria, con una fortuna suficiente para tener todas sus necesidades cubiertas. Ni usted ni yo debemos a nadie explicaciones sobre nuestras acciones…, en mi casa, usted debe tener aún más respeto por ella que el que me debe a mí… «.

Y en otra carta de 1 de enero de 1853 a su amigo Cesare De Sanctis, Verdi escribió, casi desafiante:

«En Venecia, trabajo en la Dame aux camélias, que llevará por titulo, tal vez, Traviata. Basada en un tema actual. Otro quizá no la habría hecho… yo lo hago absolutamente encantado.»

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