Aida de Verdi
La Nochebuena de 1871 hizo su debut en El Cairo la más clásica de las óperas de Giuseppe Verdi, Aida es su antepenúltima ópera, incluso durante mucho tiempo se pensó que era la última, ya que la siguiente, Otello, tuvo que esperar más de quince años.
En una primera visión o audición, para un espectador novel, Aida es la ópera de la marcha triunfal, de la gran escenografía, de carros, caballos, camellos y hasta elefantes en escena, de danzas y coros espectaculares.
Pero realmente no es sólo esa ópera que se contempla desde hace 100 años en las fastuosas producciones de la Arena de Verona.
Aida es realmente ese tercer acto, la luna en las orillas del Nilo, la añoranza descrita en “O Cieli azzurri”, “O patria mia, mai più ti rivedrò!” la oscuridad del desierto dibujado con la mayor de las intimidades, tímbricas y melódicas, el oboe, es esa noche húmeda en la que Aida esperando al amado le traiciona, es el increíble dúo con su padre, de una tensión dramática creciente hasta el insulto, el agudo de las flautas, es la esperanza de que Radames huya con ella hacia los verdes prados de su querida tierra, vuelve el oboe, hasta que el héroe y la esclava se dan cuenta de su fatal destino, inevitable como ese Nilo que fluye a sus espaldas.
En Aida la ambigüedad de las situaciones permite una excavación psicológica profunda, debido a que el énfasis no está en los caracteres de los personajes, sino de las situaciones y los conflictos internos que se despiertan en la mente de los protagonistas.
A lo largo de la ópera se desarrollan una serie casi ininterrumpida de duetos, encadenados por referencias temáticas esenciales para el desarrollo del drama, Verdi teje una textura gruesa de relaciones semánticas entre los diferentes actos y confía a la orquesta la narrativa dramática que asume una importancia estructural en la articulación y ayuda a crear una impresión de profundidad y de unidad.
Una vez más con Verdi el enfrentamiento entre poder establecido e individuo acaba irremediablemente aniquilando al débil, si bien en Wagner, por ejemplo en el Tristán, siempre hay una especie de redención eterna en la muerte, algo así como seguirá su amor para siempre o vivirán felices en el más allá en Verdi la muerte es la desaparición total del individuo, la sepultura de los amantes es el fin de su existencia, el resultado de haberse levantado contra “i Numi”, la sociedad, el poder, la realidad.
Vamos con un poco de la difícil génesis de Aida, en 1869 fueron las celebraciones en Egipto por la apertura del Canal de Suez, el Jedive, virrey de Egipto, Ismael Pachá, encargó al arquitecto italiano Pietro Avoscani el diseño y la construcción de un teatro de ópera en El Cairo.
Para la apertura de ese teatro, Pachá pidió insistentemente a Verdi la composición de una nueva ópera, pero Verdi se negaba una y otra vez, probablemente por ser un encargo, en aquel momento Verdi ya era rico y “los años de galeras” eran cosa del pasado, así pues, el teatro tuvo que inaugurarse con una representación de Rigoletto. Pero el soberano egipcio no abandonó el proyecto.
No está nada claro el nacimiento de Aida, se sabe que el Jedive encargó al egiptólogo francés, Auguste Mariette, la representación de una nueva ópera de tema egipcio para el recién inaugurado teatro, Mariette contactó con el director de la ópera cómica de París, Camille Du Locle, para ayudarle en la empresa; lo que se desconoce es el autor del argumento de Aida, que Mariette asegura ser él mismo.
Recientes investigaciones sitúan al libretista de Nabucco, Temistocle Solera, quien por entonces residía en El Cairo, como al menos, coautor de la obra, quizá Du Locle, uno de los libretistas de Don Carlos, que era amigo de Verdi y conocía su enfrentamiento con Solera tras el abandono del Attila, tuvo que esconder su participación en Aida. También están en la carrera por la posible paternidad de Aida el hermano de Mariette, Èdouard, el Nitteti de Metastasio, el propio Virrey…
Es algo enrevesado, pero importante ya que fue precisamente ese argumento propuesto por Du Locle el que acabó convenciendo al maestro de escribir la ópera y no la fortuna de 150.000 francos que cobraría del Jedive.
“Ho letto il programa Egiziano, É ben fatto; è splendido di mise in scene… Ma chi l’há fatto? Vi è dentro una mano esperta, e che conosce bene il Teatro…”
(He leido el argumento egípcio, está bien hecho; espléndido en puestas en escena… pero, ¿Quién lo ha hecho? Se ve una mano experta dentro , que conoce bien el Teatro)
Carta de Verdi a Du Locle el 26 de mayo de 1870
Por tanta negativa, Du Locle baraja altermativas de ofrecer el trabajo a Gounod o Wagner, pero envía a Sant’Agata unas pocas hojas con el argumento, una semana después de esa carta, Verdi acepta la oferta de componer Aida eligiendo a Antonio Ghislanzoni como libretista, lo cierto es que entre el propio Verdi, Du Locle y Mariette escribieron toda la historia al detalle, el único trabajo de Ghislanzoni fue la versificación del texto.
Pero no todo se había resuelto, la escenografía y los vestuarios, que fueron diseñados por el egiptólogo Mariette, se hicieron en París, pero en verano de 1870 estalla la guerra franco-prusiana por la sucesión al trono español y la capital francesa quedará bajo asedio hasta su rendición , en enero de 1871, interrumpiendo los trabajos de Mariette.
Por otra parte desde su casa de Sant’Agata, Verdi se asegura del estreno de su nueva ópera Aida en el Teatro alla Scala de Milán, desde ese momento Verdi trabaja con impulso renovado, el estreno en “su teatro” le atrae mucho más que el de El Cairo, al cual ni siquiera piensa ir, al maestro no le gustan los viajes por mar, a finales de 1870 la ópera está completa.
Verdi dedicará mucho tiempo y esfuerzo para que todo resultara perfecto en la Scala, no podemos obviar su relación sentimental con la soprano checa Teresa Stolz, que cantará el papel de Aida.
El 24 de diciembre de 1871 Aida, finalmente, se estrena en El Cairo, el famoso contrabajista Giovanni Bottesini fue el director, en un principio Verdi quiso a Angelo Mariani, pero las disputas entre ellos debido a la afinidad del director con Wagner y su relación con Teresa Stolz, pareja de Mariani, terminó con su amistad.
Los intérpretes de ese estreno africano fueron en el papel de Aida, Antonietta Pozzoni Anastasi, Amneris, Eleonora Grossi , Radames, Pietro Mongini , Amonasro, Francesco Steller , Ramfis, Paolo Medini , Il re, Tommaso Costa, la Grande Sacerdotessa, Marietta Allievi ,un messaggero, Luigi Stecchi-Bottardi; los decorados de escena fueron de Philippe Chaperon, Edouard Despléchin, Jean Baptiste Lavastre y Auguste Rubé y el vestuario fue de Henri de Montaud con diseño del propio Auguste Mariette.
Fue un éxito tan colosal como los fastuosos escenarios. El Jedive, muy satisfecho, entrega a Verdi el título de Caballero del Orden Otomano, dos meses después vendrá el verdadero estreno europeo en la Scala de Milán con Teresa Stolz como protagonista y Franco Faccio como director de orquesta, el resto del reparto fueron, Amneris, Maria Waldman, Radamès, Giuseppe Fancelli, Amonasro, Francesco Pandolfini, Ramphis, Ormondo Maini, Il re, Paride Pavoleri y un messaggero, Luigi Vistarini, los decorados de Girolamo Magnani, el director de escena: fue G. P. Bianchi, aunque realmente por su empeño se puede considerar al propio Verdi como director.
El maestro Verdi tuvo que salir a saludar 32 veces, pronto Aida recorrerá el mundo y sigue haciéndolo como una de las obras más queridas por el público.
Argumento
Es la historia de dos enamorados, el capitán egipcio Radames y Aida, la esclava etíope prisionera al servicio de la princesa egipcia Amneris, la cual ama también al joven guerrero.
El ejército etíope invade Egipto y nombran a Radames para que lidere sus tropas. Sale victorioso. Aida es en realidad hija del rey etíope Amonasro, que se encuentra entre los prisioneros de la gran victoria de Radames. El rey concede al victorioso guerrero la mano de su hija Amneris, ante la desesperación de la pareja de amantes.
En la víspera de la boda, Aida y Radames se reúnen secretamente, la princesa etíope presionada por su padre, consigue que el guerrero le revele los planes militares egipcios. Esa traición es descubierta y Radames es juzgado y condenado por los sacerdotes a ser enterrado vivo. Aida consigue introducirse en la sepultura y los amantes acaban muriendo juntos.
Personajes
AIDA Esclava Etíope Soprano
AMNERIS Hija del Faraón Mezzosoprano
RADAMÉS Capitán Egipcio Tenor
AMONASTRO Rey de Etiopía y Padre de Aida Barítono
RAMFIS Sumo Sacerdote del Dios Amón Bajo
FARAÓN Rey de Egipto Bajo
El vídeo es de la producción de la Ópera de San Francisco de 1981, dirigida por Luis Antonio García Navarro con la escena de Sam Wanamaker e interpretada por Margaret Price como Aida, Luciano Pavarotti como Radamés, Stefania Toczyska como Amneris, Simon Estes como Amonasro, Kurt Rydl como Ramfis y Kevin Langan como Il Re. Gentileza de Warner Classics TV
La protagonista necesita una soprano lirico-spinto claramente verdiana, que sea capaz de íntimo lirismo y de intensidad dramática a la vez, con volumen importante pero con timbre dulce, convincente interpretativamente en su complicado papel en el que sus afectos se dividen y se contraponen entre Radames, su tierra Etíope o su padre, amante, esclava o hija.
Si tuviera que elegir a una intérprete sería Leontyne Price, que cumple todos estos requisitos añadiendo además lo exótico de su propia raza. Entre las intérpretes actuales destacan Hui He y Liudmyla Monastyrska.
Amneris es el personaje más trabajado dramáticamente por Verdi, aunque no posea un aria propia, tiene varias escenas en las que es la verdadera protagonista, el papel está escrito para una mezzosoprano con un buen registro agudo, de voz potente y cálida para pasar por los numerosos estados de ánimo que van de la sospecha hasta esa última oración sobre la sepultura de su amado Radames. Rita Gorr, Giulietta Simionato o Grace Bumbry han construido perfectas Amneris.
Radamés es un tenor lírico o lírico spinto, dependiendo del carácter que quiera tomar, es claro que tiene que resaltar como héroe y guerrero, pero también ser capaz de morir a media voz, junto con Aida en ese memorable final . Es un papel exigente desde el principio con la difícil Celeste Aida, a pocos compases del inicio de la ópera. El papel de Radamés lo han cantado “casi todos” así que depende de las preferencias de cada uno, personalmente mis preferencias serían Bjorling o Bergonzi.
Por último, hay dos grandes papeles bastante breves pero muy importantes y difíciles a la vez, representan el poder, Ramfis, que requiere un gran bajo verdiano de amplia tesitura y nobleza y Amonasro, otro de los fantásticos padres de Verdi, para un barítono potente que tenga una excelente línea de canto y sepa sacar partido de esos momentos de enérgica aspereza.
Os dejo algo que merece la pena ver, la película Aida de 1953 protagonizada por Sophia Loren poniendo rostro a la voz de Renata Tebaldi, dirigida por Clemente Fracassi, el resto de los actores son Lois Maxwell (Amneris), Luciano Della Marra (Radamès), Afro Poli (Amonasro) y Antonio Cassinelli (Ramfis).
Las voces además de la Tebaldi fueron Ebe Stignani (Amneris), Giuseppe Campora (Radamès), Gino Bechi (Amonasro) y Giulio Neri (Ramfis).La dirección musical estuvo a cargo de Giuseppe Morelli.El vídeo es gentileza de Onegin65.
Hablemos algo de la ópera musicalmente, lo primero que se destaca es que no existe ninguna nota en Aida que provenga de alguna melodía egipcia o árabe. El exotismo de ese mundo lejano en costumbres y más todavía en tiempo que se escucha en la ópera es todo invención propia de Verdi ,“inventare il vero”. (inventar la verdad)
La forma de buscar ese color es realmente simple, usando el timbre de instrumentos como el oboe, el arpa o los graves de la flauta, con recursos armónicos como hacer oscilar la melodía entre mayor y menor o formales como las repetitivas letanías litúrgicas.
Aunque Aida significa un paso más hacia el drama musical que representa el camino Rigoletto, Don Carlos para acabar en Otello, es a la vez la ópera menos innovadora de Verdi. Aparentemente está escrita como una gran ópera francesa, tipo Meyerbeer, con grandes números de coro, orquesta o ballet, es exótica en cuanto al tema y, al contrario de Don Carlos, su anterior ópera, Aida es más conservadora formalmente, con la vuelta a números musicales cerrados, recitativo-aria o dúo –cabaletta. De hecho el famoso “O terra addio” que cierra la ópera es formalmente una cabaletta, inusual por el tempo lento, como ya hiciera Donizetti en Lucia, pero una cabaletta al fin y al cabo.
Aida es la gran demostración que nos hace Verdi de cómo usando las formas, ya antiguas, de la ópera italiana y la gran opera francesa, obtiene un resultado dramático y dramatúrgico excepcional, como ya dijo Budden, es la única gran ópera donde no sobra una sola nota.
Algo sí que cambió profundamente, en la instrumentación crea, más que en ninguna ópera anterior, una continua serie de colores dramáticos que subrayan en cada momento el clima en escena, lleno de claroscuros asombrosos. Los dos planos en los que gira la ópera, el colectivo y el individual, no siempre se dividen o se integran el uno en el otro sino que muchas veces se superponen en un milagroso equilibrio dramático.
Es en el fondo la ópera más intimista del teatro de Verdi, el antiguo Egipto, la guerra con Etiopia o la Italia invadida o invasora que algunos creen ver en la ópera, no es sino el paisaje donde se desarrolla la historia de un triángulo amoroso, destinado a la tragedia, que finaliza, de manera sublime, con Amneris rezando sobre el último aliento en la sepultura de los dos amantes.
Resulta curioso comprobar cómo los dos protagonistas, Aida y Radames, no comparten una escena juntos hasta bien entrado el tercer acto y es, en el fondo, una discusión. Solamente se nos muestran como amantes enamorados cuando están muriendo uno en brazos del otro.
La pareja protagonista, Aida y Radamés, son personajes un tanto arquetípicos, sobre todo el tenor, los amantes en contra de lo establecido, sin cambios psicológicos en el trascurso del drama, en este caso es Amneris la que tiene una caracterización más real y cuidada, recordando a Azucena en Il Trovatore y a Éboli de Don Carlos, Amneris se convierte en la fuerza dramática desencadenante, pasando de la sospecha al amor, de los celos a la desesperación.
Aida es la última gran ópera de repertorio de una forma de escribir música, es el epílogo de esa edad dorada del melodrama italiano que empieza con Rossini y a través de Donizetti y Bellini llega hasta Verdi, sus posteriores trabajos Otello y Falstaff corresponden ya a otro universo podríamos definirlo, más culto, más vanguardista, menos italiano.
En cierto modo Verdi la compuso como su testamento, no tenía en mente escribir ninguna otra, el resultado es una ópera donde se exprime al máximo el teatro verdiano, su fuerza dramática, sus claroscuros, mantiene un equilibrio casi imposible entre el pasado, o sea el melodrama italiano y “la grand ‘operà” y el futuro, el verismo y el drama musical abierto y continuo.
Os dejo el libreto traducido, clic aquí.
Si queréis ver la partitura completa para canto y piano haced clic aquí.
Comments 6
sin lugar a duda es Verdi mi favorito, sé que hay compositores más completos, o más métricos sin embargo me quedo con Verdi, por otra parte, quiero saber si hay alguna página como esta dedicada a la zarzuela y la opereta, si la hay agradezco me proporcionen la dirección electrónica, de antemano gracias.
Author
Miguel, no conozco ninguna como esta y que se dedique a zarzuela y opereta, en http://lazarzuela.webcindario.com/ encontrarás sobre todo información del Diccionario de la Zarzuela de Emilio Casares Rodicio
Buenas tardes!! quería saber si Aida de Verdi va a pasar por Madrid y cuando.
La vi hace bastante y me gustaría volver a disfrutarla, pero en internet no sale nada concreto. Gracias
Como me consigo el listado de operas que existen, estoy interesado en conseguirlo es posible que me la en bien al correo?
puedes encontrarlo en la pagina «epdlp», el poder de la palabra, en el apartado musica, y luego el apartado opera. si no recuerdo mal
para el año 2019 ¿saben en qué sitio puedo ver Aida y La Traviata?