Richard Wagner ha sido sin ninguna duda el compositor más influyente y original en la historia de la música occidental moderna.
Con Wagner no valen términos medios o se le venera o se le aborrece, pero eso sí, dentro de la total admiración a su genio musical indiscutible, adelantado a su tiempo, que ha cambiado profundamente la estética musical y me atrevería a decir artística de los últimos 150 años.
Antes de nada me gustaría disociar el Wagner compositor y creador vanguardista del Wagner “persona” quien fue, sin ninguna justificación, un espécimen ególatra, manipulador, maleducado, antisemita… en fin, un mal tipo.
A constatar esto fue él mismo en su inmensa literatura, por cierto de prosa rebuscada, charlatana y enrevesada donde no esconde, sino todo lo contrario, su odio a los judíos o sus delirios de grandeza, baste citar ‘Das Judenthum in der Musik’, El judaísmo en la música, como muestra.
Todo ello contrasta enormemente con su otro yo de genio musical y visionario, resulta muy difícil reconocer a la misma persona que escribió óperas tan repletas de emociones y sentimientos como la nobleza, el amor o la amistad.
Aunque la obra de Wagner fuera utilizada por Hitler y el Tercer Reich como icono nacionalsocialista, no hay nada que se pueda asociar a su antisemitismo, ningún personaje es judío, aunque algunos hayan querido verlo en el perverso Mime de Sigfrido o en el escribano Beckmesser de Los maestros cantores de Núremberg, objetivamente no hay relación alguna.
Sigamos con una breve biografía, Richard Wagner nació en Leipzig, el 22 de mayo de 1813, aunque al año se trasladó a Dresde, capital de Sajonia, huérfano de padre a los pocos meses de su nacimiento, su padrastro será un hombre de teatro, Ludwig Geyer, por lo que Wagner creció muy en contacto con el mundo del espectáculo, desde niño mostró su afinidad a la poesía, mucho antes que a la música, al mismo tiempo que iniciara sus estudios musicales, asistió a la Universidad, donde descubriría el teatro clásico de Sófocles y Esquilo ejerciendo una enorme fascinación en él, de hecho empezó a escribir sus propias tragedias.
Convertido en director de orquesta, su primera obra “Las Hadas” no se llegó a estrenar en vida, en Magdeburg, donde en 1836 se casó con la actriz Christa Wilhelmine “Minna” Planer, una mujer de escasa estatura intelectual, estrenó su segunda obra “La Prohibición de Amar” que sólo tuvo una representación.
A continuación residirá en Königsberg, Riga, Londres y después de su penosa estancia en París, en 1842, en la más absoluta miseria consigue volver a Dresde, donde ejerció de maestro de capilla, fue una de sus pocas épocas de mayor tranquilidad.
El primer éxito llegaría con Rienzi en octubre de ese mismo año, luego vendrían, El holandés errante en 1840, Tannhäuser en 1845 y Lohengrin en 1848.
Su participación activa en la revolución del 48 le costó un exilio en Suiza de doce años, siendo huésped en Zurich de Matilda Wesendonk, allí desarrollaría las ideas teóricas de lo que será su filosofía estética. Escribiendo Arte y Revolución, Opera y Drama o La obra de arte del futuro, así como iniciando la gestación de su tetralogía, el Anillo del Nibelungo.
En 1864 Luis II de Baviera, profundo admirador de su obra, ejerció de mecenas, pagando todas las deudas de Wagner, aunque ese trato de favor del monarca y el escándalo producido por su relación con la hija de Liszt, Cosima, 24 años más joven y ya casada, le llevó en diciembre de 1865 a abandonar Munich, otra vez exiliado, por Lucerna donde terminó la composición del anillo.
Después del matrimonio con Cosima, su carrera fue favorecida por el propio Liszt, y gracias a la generosidad de Luis II, construyó un teatro especial, diseñado según sus ideas específicamente para el drama wagneriano, totalmente innovador, el Festspielhaus de Bayreuth, este teatro fue inaugurado en 1876 en Bayreuth, con la tetralogía íntegra.
Desde entonces, asentado en Bayreuth donde residirá en la Villa Wahnfried, el triunfo de Wagner se hizo por fin eco en todo el mundo.
El maestro que desde hacía algunos años solía pasar los inviernos en Italia, murió en Venecia el 13 de febrero de 1883, de un episodio cardíaco, en el palacio Vendremin-Calorgi, sus restos serían trasladados a Bayreuth.
Os dejo los primeros capítulos de la mini serie de TV sobre la vida de Wagner realizada en 1983, dirigida por Tony Palmer y escrita por Charles Wood.
La protagonizan Richard Burton como Richard Wagner, Vanessa Redgrave, Sir Laurence Olivier y Gemma Craven, entre otros. Gentileza de Rodrigo S. Báez
Dotado de una enorme cultura filosófica, artística y literaria, Wagner tiende a exprimir en sus óperas, su lucha, sus aspiraciones, su ego.
Su trabajo como compositor fue lento y tardío, complicado por sus muchas experiencias literarias o políticas y por la pobreza, siempre huyendo de sus acreedores, y la hostilidad generada hacia demasiada gente.
Aparte de sus trabajos de juventud, como Las hadas y La Prohibición de amar, sus primeras óperas aún no muestran totalmente su innovadora manera de entender el teatro, Rienzi, El holandés errante, Tannhäuser y Lohengrin, pero ya están llenas de originalidad en el lenguaje musical y dramático.
Sus obras de madurez serán Tristán e Isolda, gran poema de amor que supera el límite de la conciencia humana, Los maestros cantores de Nuremberg, quizás la obra más autobiográfica, la tetralogía de El Anillo del Nibelungo, compuesto por El oro del Rin, La Valquiria, Sigfrido y El crepúsculo de los dioses, apoteosis de la mitología alemana, interpretada y reconstruida con un nuevo original espíritu y su Parsifal, drama místico de redención cristiana y testamento musical del maestro de Leipzig en 1882.
La reforma de la música de Wagner es la idea del Wort-Ton-Drama, es decir, que se trata de un trabajo que unifica palabras, música y escena en la obra de un solo autor, de hecho él mismo escribió los poemas de su propia música y sus propios dramas que, exceptuando los de juventud y el Parsifal, son de enorme valor literario, donde el canto pierde su valor independiente de virtuosismo tradicional, desdeñando la tradición latina del bel canto, para ser una especie de declamado-dramático, ese cantar-hablado está fuertemente vinculada a la instrumentación y a la composición sinfónica y armónica convirtiendo el elemento orquestal en parte esencial de la obra.
En lugar de la música compuesta de forma cerrada, su música tiene formas cambiantes, siempre buscando una nueva lírica, una música con muchas voces, pero donde el elemento melódico resalta con claridad, donde la transición de unos temas a otros resulta una elaborada y gradual forma consciente de esta nueva música, donde los instrumentos e incluso toda la orquesta, cantan con una nueva voz, con un nuevo color, creando grandes emociones.
En lo que respecta al drama desaparece la distinción entre las diversas partes de la ópera, ya no existen arias o dúos sino un número único donde el procedimiento del leit-motiv es especialmente importante.
Wagner buscó la materia prima de sus dramas, con predilección romántica, en las antiguas historias del pueblo alemán donde música y escena son para dioses y héroes nórdicos, en oposición al gusto burgués de finales del siglo XIX, y esto hace que sea aún más original su trabajo, pero también provocó que su éxito fuese más difícil y muy criticado.
La búsqueda de la tragedia y la mitología griega en el mundo moderno como paradigma y bandera de su nuevo lenguaje artístico en el que, siguiendo los pasos del Fausto de Goethe, busca esa obra de Arte Total, Gesamtkunstwerk, sustituyendo a la ópera all’italiana, denostada por el propio Wagner como vulgar y artificiosa lo que creó una especie de religión estética wagneriana.
Y como sucede con cualquier religión, nadie queda al margen, o eres creyente o eres un infiel o como Nietzsche primero ferviente admirador y más tarde el mayor de sus detractores.
Además de ese vanguardista lenguaje musical, Wagner también es responsable de dos grandes avances, el primero formal ya que con su famoso acorde de Tristán, inicia un camino en las disonancias, seguido por todos los compositores venideros, el segundo y no menos importante está relacionado con el espectáculo, Wagner fue el primero en intentar crear un teatro invisible, apagando las luces, eliminando palcos o vestíbulos de su nuevo teatro, el Festspielhaus en Bayreuth, y escondiendo la orquesta en un foso invisible al público, pidiendo a su público concentración, preparación intelectual y hasta preparación física para aguantar tanto tiempo en esas butacas de respaldo bajo de Bayreuth.
Comments 7
les agradezco de todo corazón vuestra publicación en palco de EL ORO DEL RIN, con la participación del FURA DEL BAUS.-UNA JOYA!!!!ETERNAMENTE AGRADECIDO.-
Lo cierto es que, en mi opinión, aunque Wagner es uno de los compositores más geniales que ha habido, no es superior a otros (y no pocos) que, quizá por tener menos ínfulas, no han pasado a la Historia como semidioses. Sobre esto me parecen interesantes los textos que escribió Nietzsche tras distanciarse de Wagner, elogiando a Bizet y a Chopin. Creo que la consideración de la mujer en sus óperas también es un tema de estudio interesante, sobre ello he publicado un artículo en mi blog de musicología que quizá les resulte interesante: http://www.eliasleceta.blogspot.com.es ¡Gracias por esta entrada, y un saludo!
Es ridículo cuando hablamos de un músico hacer un juicio moral del mismo. Tan ridículo que solo se hace con Wagner. Un lugar común al que se acude como las moscas … Wagner tenía sus luces y sus sombras. Beethoven y Puccini también, pero esto no lo comenta nadie porque no saben que Hitler también utilizó a Beethoven y Bruckner como ejemplos de músicos arios. Beethoven era pedigüeño, misántropo – prefiero a los árboles que a las personas – y tan «buena persona» que fue la causa del intento de suicidio de su sobrino. Era un ególatra que se creía por encima de los demás, a los que trataba con desprecio. Schubert lo admiraba pero no se atrevía a saludarle porque tenía «malas pulgas». Y aún hay más.. Hitler se hacía tocar la Novena de Beethoven en sus cumpleaños y la «coral» fue convertida en himno nazi de la misma forma de el coro «Va pensiero» de Nabucco de Verdi fue utilizado por los fascistas italianos como hinmo. Puccini era un fascista declarado, Mascagni también ( y con carnet) siendo el compositor oficial de Mussolini tras la pronta muerte de Puccini. Starwinski era otro nazi-fascista que trató de ser admitido como músico del los regímenes dictatoriales. Y mucho más. EL bueno de Bruckner, admirado y bendecido por Hiler era pedófilo… Y la lista es larguísima, pero solo nos fijamos en Wagner muchas veces por pura inercia y sin conocer ni su vida ni su obra. Es lo fácil, lo trillado, pero estúpido. Quevedo era mucho más antisemita y peor persona qie Wagner. Escribió «Execración contra el judío» donde propone el exterminio de los semitas: «Todo el mal que se les haga a los uudíos poco es», y lo hizo para hacer «méritos» ante el rey y que destitiyera al valido del momento y lo pusiera a él, Si embargo, a nadie que tenga dos dedos de frente se le ocurre poner en un libro de Literatura: «Era muy buen literato, pero una mala perona». Es bochornoso.
Si están interesados en un estudio comparativo entre el traamiento de la mujer en Wagner y en Carmen le recomiendo lean un par de artículos que he publicado en mi blog. Wagner es un adeantado en el tema de la emancipación de la mujer – así lo escribe en su último ensayo de 1883- y se desprende de sus óperas donde la mujer juega siempre un papel relavante. Sin embargo Carmen – hay que conocer la novela y a Gobineau – es la encarnación del mal que muere por culpa «de los gitanos, por la educación que le han dado». Así acaba la novela, racista donde las haya, que pretende «demostar cinetíficamente» que la unión de la raza supeior con la inferior esnegativa para la superior y que la mezcla racial es perjudicial. Eso, y no otra cosa es Carmen.
Más información en mi blog:
rexvalrexblog,wordpress.com
Error: Mi blog es rexvalrexblog.wordpress.com
A Nietszche no se le puede tomar en serio. Era un enfermo que acabó loco recluido en un manicomio durante 10 años. Antes de ello. tenía ataques de locura. La serie de Palmer está muy mal documentada. Es anti wagner total y miente desde el principio. En lugar de alabar el hecho de que W tenía una vida tranquila y segura en la corte de Dresde como maestro y de capilla se lo jugó todo a una carte desinteresadamente en las barricadas de Drede con su amigo el anarquista Bakunín. Wagner era comunista libertario, no nazi. A ver si nos enteramos. En la embustera serie de Palmer se pone un discurso en boca de Wagner, del anarquista Wagner , donde dice tanto en la versión inglesa como en la castellana: nuesto NACIONALSOCIALISMO. Lo que además de mentiroso es estúpido, ya que faltaban décadas para que esa odiosa doctrina apareciera. Bakunin era su amigo y compañero de barricada. No lo olviden. lean sus escritos revolucionarios, como «Die Revolution» (La Revolución) de 1850 y luego vuelvan a repetir lo de itler y compñía. Una sarta de mentiras para bobos de baba que no se enteran de nada. Verdi, en cambio, o Chopin, jamás arriesgaron la vida en un barricada. Wagner, sí.
Para «ínfulas» las que se daba Beethoven. Wagner, mal que les pese, revolucionó la historia de la música y de la ópera. No hay compositor que se le pueda comparar. Ninguno.
Incluso en su época de antiwagnerismo, Nietzche seguía reconociendo a Tristán como la cima de la música. En «Ecce Homo» afirma que la obra de Da Vinci se desvanece ante la música de Tristán. Y de Parsifal admiró su preludio como lo más bello compuesto por Wagner.
me ha encantado, muy buena información
Parece claro que la admiración que sentía Hitler por Wagner no era en gran medida por motivos estrictamente musicales, le admiraba por sus ideas antisemitas, por su germanismo acendrado, por su épica, por sus escenificaciones…Pero, obviamente, Wagner no tiene la culpa de ser usado posteriormente por el nazismo, especialmente por Hitler.